miércoles, 2 de noviembre de 2011

Un viaje por Cholula, la Ciudad Sagrada

Verónica de la Luz

Con el aire frío del otoño, resulta extraordinario el contraste de rayos del sol de mediodía dando vida a las flores anaranjadas y amarillas que forman tapetes entre la pirámide de Cholula y el volcán Popocatépetl.

Decenas de mariposas se pasean entre los campos de cempasúchil, que brotan durante temporada de muertos en la tierra prehispánica que pisaron los teotihuacanos y, luego, los conquistadores españoles.

El paseo por los campos amarillos y la vista desde la iglesia de Los Remedios es parte de la cultura de Puebla, es tan sólo uno de los rituales en Cholula, ciudad sagrada que tiene tantas iglesias como días del año, según cuentan los mitos.


Son insuficientes las imágenes para aspirar el aroma místico que expiden miles de flores; también es poco lo que se ve desde un ángulo, cuando parado en medio de estos mares amarillos se contempla el paso de siglos con la pirámide, las nuevas costumbres, el trabajo artesanal, los campesinos recolectando vida.


Luego de un paseo por las alfombras naturales, uno de los campesinos, Armando Toxqui, relata que otros meses del año, los campos de cempasúchil tienen nubes blancas, calabacitas, cilantro y pasto, pero desde agosto las semillas se convierten en el boceto de la pieza de arte que se disfruta con los atardeceres ya en octubre y noviembre.

Se camina entre las flores, se miran con tranquilidad y el tiempo alcanza para contar sus decenas de hojas. Los habitantes del lugar acuden a los sembradíos para comprar estas flores “de primera mano”, llevarlas a sus ofrendas y a las tumbas de los seres que ya no viven en cuerpo pero llegan en alma el 1 de noviembre para irse al día siguiente.




La tradición cierra nada menos que el ciclo agrícola prehispánico, en el que se ofrecía la cosecha a los Dioses para agradecer por las bondades que la madre tierra daba.


En Cholula, aún se enraíza la tradición. Se pisan escenarios donde la muerte se llora, pero se honra, se respeta y se toma como un reencuentro con otras formas de vida.

La ciudad más antigua de América veneraba desde tiempos inmemorables a Mictlantecutli (el Dios de los muertos); era un centro ceremonial. Allí se han encontrado ofrendas dedicadas a esta deidad con alimentos, vasijas y otros utensilios que servirían para disfrutar “el viaje”, que no la muerte.


Después de la conquista de los españoles, dice el cronista de esta ciudad sagrada, Alfredo Torres, aún quedó la tradición de la ofrenda, el cempasúchil, el incienso, la espiritualidad del regreso de los ancestros.

Las flores “de cien hojas” se cultivaban desde la época prehispánica con fines medicinales, sobre todo se apreciaban en el ornamento de palacios y jardines de autoridades. Se colocaban en alfombras para Mictlantecutli. Tenían un significado especial tanto como el xoloescuintle, un perro que –según la creencia- guiaba a los muertos por los ríos y los regresaba.


Terminando de capturar cientos de imágenes del cempasúchil, y de recolectar historias míticas entre los habitantes, el ascenso a la pirámide se vuelve algo esencial para apreciar los cuadros naranjas desde las alturas. 

Si se voltea la mirada, impone la frontera natural con el Popocatépetl, el Iztaccíhuatl, La Malinche y el Pico de Orizaba; se miran los edificios de Puebla capital y San Andrés Cholula, e innumerables campanarios que en cualquier momento anunciarán misas.


  
Desde el templo de Los Remedios, en la punta de la pirámide, se ven atardeceres. Al panorama se agregan cometas, voladores de Papantla y rituales prehispánicos, todo esto en la plaza contigua.

Antes de que el último hálito de viento diurno se vaya, los visitantes pueden recorrer las calles, las  ofrendas, documentarse con las tradiciones y el significado de ellas, comprender por qué Cholula es una ciudad sagrada.




Tradición deformada en Huaquechula

Verónica de la Luz
 
El Día de Muertos en Huaquechula ha dado un giro, de tradición a espectáculo que busca la atracción turística, definió el docente del Colegio de Antropología de la Facultad de Filosofía y Letras de la BUAP, Manlio Barbosa.

En esa zona -refirió el antropólogo-, más que preservar el culto heredado por la cultura mesoamericana “las ofrendas se han vuelto como espectáculos o montajes de un centro nocturno destinados a captar la atención de los medios, ahora se usan aparatos electrónicos, elementos del Halloween”.

En el encuentro “Celebraciones de muertos en Puebla, México y el mundo”, Barbosa comentó que con los años, la tradición en Huaquechula se ha convertido en una feria en la que hay exhibición de arácnidos o jaripeos, y actividades que puedan atraer a los turistas para tener alguna derrama económica.

El académico de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) definió que este panorama se forjó por lo monumental de los altares y la atracción de los medios informativos; luego entonces, las ofrendas de Huaquechula comenzaron a ser famosas entre los citadinos, quienes agregaron a la curiosidad ganas de degustar comida gratuita.



La tradición que ha perdurado centenares de años ha cambiado en este lugar, pues se ha dejado de hacer el “ritual del cumplimiento”. Éste consiste en la visita de los amigos del difunto a los deudos del fallecido; ellos llevan flores y velas para recordar a quienes concluyen un ciclo de la estadía, mientras que los familiares en respuesta por su buena fe y lealtad al difunto convidan alimentos.

Los estudiosos de la historia y costumbres, se ven en una constante disyuntiva porque regiones como Huaquechula tienen carencias económicas, por lo que se justificaría el giro comercial de la temporada. Sin embargo, esto implica la pérdida de rituales sagrados llenos de misticismo, de raíces, de una visión particular de la vida y de la muerte, finalizó Manlio Barbosa.

domingo, 31 de julio de 2011

Los niños son ciudadanos, no propiedad: Redim

Los niños son ciudadanos, no propiedad: Redim
Verónica de la Luz

Cuatro de cada diez habitantes de Puebla tienen de 0 a 17 años, es una población joven la que tiene el estado; sin embargo, la legislación en la materia es pobre y la percepción de los niños sigue siendo como una propiedad de las familias más que como ciudadanos.

La Red Nacional por los Derechos de la Infancia (Redim) presentó ayer por la tarde en la Universidad Iberoamericana algunas cifras que representan el menoscabo que para este grupo en todos los extractos sociales.

Uno de los primeras alertas de que Puebla debe cuidar al sector infantil es que rebasa la media nacional en población infantil –del 33 por ciento- con una población de dos millones 172 mil 686 niños, lo que implica un 37.6 por ciento de los ciudadanos.

El representante de la Redim en México, Juan Martín Pérez, reclamó al iniciar con la exposición de datos, que el número de población no impacta en el presupuesto asignado para el sector.

El ensayo temático de la Redim “La Infancia cuenta en México 2010” sugiere, de acuerdo al INEGI, que en la entidad uno de cada diez adolescentes de entre 12 y 17 años de edad son ninis; es decir, que 68 mil jóvenes de ambos sexos no estudian ni trabajan.

En contraste, dos de cada diez chicos de entre las mismas edades ya realizan alguna actividad económica. De los que trabajan, la mitad lo hace sin percibir algún pago y cuatro de cada diez recibe dos salarios mínimos o menos por sus labores.

Un 17 por ciento de los jóvenes de entre 12 y 17 años que trabajan, lo hacen por jornadas fuera de la ley, de más de ocho horas diarias.

En Puebla, el 7 por ciento de los niños y niñas sin actividades económicas, se dedican a las labores del hogar. Si se fragmenta la cifra por género, por cada niño que lo hace, doce niñas son amas de casa.

Condiciones poco favorables para los “reyes del hogar”
Al inicio de su vida, los niños ya son violentados por el hecho de no ser registrados.
De acuerdo con datos extraídos de la Secretaría de Salud, se calcula que en Puebla tres de cada diez infantes quedan sin registro durante su primer año de vida, lo que además de negarles el derecho a un nombre y una identidad, les desprotege en materia de salud, pues hasta para el acceso al Seguro Popular el requisito básico es el acta de nacimiento, comentó el experto.

Se sabe que el 75 por ciento de niños y niñas carece de servicios de seguridad social.

El estado está entre los cinco con mayor tasa de mortalidad infantil. Hay 16.5 muertes por cada mil menores de entre cero y 12 meses de edad.

Las enfermedades respiratorias también abonan al índice de mortalidad infantil; por esta causa hay 70 defunciones por cada 100 mil niños de cero a cuatro años.

Diez mil niñas “no quisieron jugar a la mamá” pero lo son; una de cada 20 adolescentes de 15 a 17 años tiene por lo menos un hijo. En total son 20 mil madres jóvenes.

La pobreza impacta en la calidad de vida de la mitad de los niños del país pese a que es sitio de residencia de Carlos Slim, el hombre más rico del mundo, dijo la voz de Redim.

Eso explica por qué hasta el 2005, la mitad de la población en el estado acarreaba agua hasta sus hogares, al no contar con este servicio. Uno de cada cinco niños vivía hasta ese año en casas con pisos de tierra.

Dos de cada diez niños y niñas se ven más propensos a tener una vida desigual porque son indígenas. El 17 por ciento de la población de entre cero y 4 años es indígena.

Otra forma de violencia es negar a los menores las herramientas de estudio. Sólo tres de cada cinco niños y niñas inicia sus estudios a los tres años, y siete de cada diez jóvenes lograron concluir sus estudios de secundaria.

Aunque todos estos datos reflejan un panorama de la niñez en el estado, no son definitivos porque hay niños “invisibles” que viven en las calles o debajo los puentes, porque hay quienes trabajan como sirvientes en las casas o en rancherías, porque hay jornaleros. Todos ellos son una gran cifra que es imposible contar, estimó la representante de la Fundación JUCONI, Alison Lane, quien estuvo presente en la charla de la Iberoamericana.

Más violencia: sin legislación ni presupuesto para la niñez
Amén de las enfermedades o la pobreza, los niños son presa de las armas, del estrés social. Tan sólo en el 2008 se registró en Puebla una tasa de mortalidad por homicidio de cuatro muertes por cada 100 mil habitantes en la población de 15 a 17 años. Hay una tasa del 0.5 por ciento por homicidio a menores de cuatro años.

El Sistema Estatal DIF (SEDIF) registró en 2009 un total de tres mil 434 casos de maltrato infantil pero sólo el 16.7 por ciento de ellos fueron presentados ante el Ministerio Público, no por ello significa que fueron consumados a favor del infante.
Ocho de cada diez casos de maltrato infantil comprobado quedaron impunes.

Por todo este escenario, los representantes de Redim y Juconi, coincidieron en que es importante retomar la Ley para la Protección y los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes del Estado Libre y Soberano de Puebla, que se aprobó en 2007 pero que no ha implicado cambios para la vida real del sector infantil.

En la evaluación por estado de la calidad de leyes en materia infantil, Puebla fue reprobado con un 3.0 de calificación.

Los expertos también hablaron de la importancia de elevar a Secretaría al Sistema DIF porque así recibiría más recursos. El rector de la Iberoamericana, David Fernández Dávalos, coincidió en que se debe hacer una revisión de la ley en materia infantil, además de incluir a los niños en reglamentos estatales y municipales.

Por último dijo que se deben olvidar los intereses personales de grupos que no quieren la prosperidad, esto en pro del presente de México: los niños.

Poblanos sortean su vida en el "paso de la muerte"

Fenómeno migratorio, expone a "los mojados" al Fuego Cruzado
Verónica de la Luz / 26 junio 2011

Los poblanos no son ajenos al “Fuego Cruzado” que ha cobrado más de 300 mil víctimas.  No creen que los sicarios y la guerra contra el narco sean propios de los estados del norte, no quieren que México siga echando ilusiones a la fosa común.
Aunque en pequeños espacios, los poblanos analizan la violencia, el crimen organizado.  Ven a este último como “un monstruo sin pies ni cabeza” al que se puede combatir pero no con fuego, no con represión, no con desapariciones, amenazas, abusos y corrupción, sino con educación, empleo, renovación urgente del sistema de impartición de justicia, con el esfuerzo de una sociedad organizada.
Reflexiones todas, extraídas de la charla entre poblanos de la sociedad civil y la periodista Marcela Turati, en la presentación de su libro “Fuego Cruzado” en el Complejo Cultural Universitario (CCU).
La de Marcela no fue una ponencia como las que se acostumbran; el público y ella tuvieron una conexión que les llevó a compartir historias. Marcela las que ha reporteado y los poblanos de las que han sido testigos.
Las nubes grises y abultadas amenazaban con caer, quizá eso le daba un matiz más profundo de melancolía al análisis de violencia en un estado donde muchos dicen, son casos aislados.
Primero se habló de Ciudad Juárez y su incremento en muertes, que pasó de 300 en 2007 a tres mil en 2010. Hace algunos años, los habitantes de ese sitio vivían de manera normal -como ahora lo hacen los poblanos-, sin temor a ir de fiesta por la noche, sin miedo a caminar por las calles, sin el nerviosismo de comer en un restaurante, sin horror al recibir llamadas de números desconocidos.
Con voz algunas veces entrecortada, Turati dijo que ahora las familias de Juárez se encuentran en los templos para buscar consuelo por sus familiares o amigos ejecutados, vistan las Procuradurías para hallar cuerpos y culpables, investigan, se manifiestan y siguen al presidente Felipe Calderón en sus giras de trabajo para exigirle justicia.
El público se estremecía cuando la periodista relató que ante la impotencia de las autoridades por esclarecer las muertes, las madres de algunos ejecutados en Ciudad Juárez crearon talleres de duelo, mientras que un grupo de hiphoperos cantan contra la violencia; los ciudadanos marchan con participación de empresarios. Hay una parte de la sociedad civil que busca olvidar la realidad y recuperar las calles, pero no puede.
En Coahuila desaparecen jóvenes en horas y lugares clave, según testimonios recogidos por Turati. Pero esas y todas las desapariciones o ejecuciones se convierten en números que no eximen a una madre del dolor por perder a su hijo, o a un hijo de perder a su madre: “las cifras no solidarizan”.
Con un poco de discreción, un espectador levantó la mano para participar, dijo ser exmilitar. Exhibió que las Fuerzas Armadas no están preparadas para evitar disparos a la sociedad civil en las persecuciones. “Los militares tienen sentimientos pero me tocó ver las órdenes que recibían algunos para desaparecer a los justos, a quienes luchaban. Los enterraban y los medios (de información) decían que eran narcos o justificaban las muertes por riñas entre grupos armados”, explicó.
También hizo reflexionar al resto de los asistentes, en su mayoría hombres maduros, cuando dijo que el Estado jamás da cifras de los militares desertores, expertos en el manejo de armas. No se dice quiénes eran los narcos ejecutados o detenidos, se guarda su historia con especial cuidado, sus antecedentes y “podrían ser militares que se pasaron del otro lado”, agregó.

El paso de la muerte
Autoridades locales se han encargado de difundir que Puebla es un lugar seguro, pero los poblanos sí se sienten vulnerados ante la situación violenta que se vive en México; lo están.
Basta decir que el saldo de migrantes internacionales en la entidad fue de un 6.6 por ciento durante el quinquenio de 2005 a 2010, según el último Censo de Población y Vivienda del Inegi, lo que colocó al estado como el quinto a nivel nacional en número de migración.
Al menos 135 mil 568 personas que cinco años antes del Censo vivían en Puebla, fueron registradas en 2010 como residentes de otro estado.
En tanto, la población que en junio del año pasado declaró haber residido cinco años antes en el extranjero fue de 43 mil 152 personas; en 1990 fueron apenas tres mil 267 poblanos migrantes. Luego entonces, durante los últimos 20 años disparó un 92.4 por ciento el número de migrantes internacionales.
El destino preferido es Estados Unidos, con paradas en Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas, sitios que fueron reconocidos por los poblanos como parte de la “industria de la muerte”, del “Estado fallido”.

Quitémosle lo glamuroso al narco
Los comentarios llegaron a analizar el “negocio” que implica la impunidad en México. Un hombre del público dijo que el narco, los secuestros y la violencia son parte de un negocio, de complicidades entre autoridades y delincuentes. “Todo esto podría tratarse de una forma de imponer miedo, de que la gente se separe, desvíe la mirada. La economía crece pero sospechosamente sin que crezca el empleo”, señaló.
Definió un ambiente poco alentador y catastrófico en México.
Ya con unas lágrimas en los ojos y luego de escuchar expresiones limpias y con rostros preocupados, Marcela Turati dijo que no es imposible la organización entre ciudadanos, quienes
-como Javier Silicia- marchan y buscan, hablan y unen.
Ante el clima que ven y huelen los jóvenes a diario -ya sea por la prensa o desde sus colonias o barrios- la sala de reflexión concluyó que hace falta renovar la educación e incrementar las oportunidades de empleo para que cada vez haya menos historias que contar por ejecuciones, balas perdidas, secuestros, migración, violencia.
No importó extender la charla, nadie parecía cansarse de hablar y de analizar, pero todos debían regresar a casa, pensar en los salarios, en sus hijos, en recuperar la confianza en el otro.
Antes de terminar aquél “diálogo cruzado” en un país con “Fuego Cruzado”, Turati refirió: “dejemos de pensar que el narco es opulencia, es también un círculo pobreza, sufrimiento, viudas, huérfanos, cabezas de los hijos en las puertas de las mansiones (…) quitemos lo glamuroso al narco”.
 

lunes, 13 de junio de 2011

Mueren, sufren, lloran.......y no es por "putas"

Se unirá Contingente Puebla a la Marcha de las Putas
Verónica de la Luz

No, significa no.
El colectivo Contingente Puebla prepara un acto por “La Marcha de las Putas”, un movimiento nacional que se suma a la manifestación canadiense por el repudio a la violencia sexual contra las mujeres.

El próximo 26 de junio a partir de las 12 horas, este grupo de poblanos que usan las nuevas tecnologías y redes sociales para cuestionar la realidad, dirá a la sociedad civil, política y religiosa de Puebla, que no importa el atuendo, el lugar o la compañía, que nada es válido para justificar el acoso sexual ni mucho menos la imposición de relaciones sexuales.

“Slutwalk” o “Marcha de las Putas” se gestó el mes de enero en Toronto Canadá, luego de una charla a universitarios que impartió el policía Michael Sanguinetti. La temática de su conferencia “Cómo evitar la violencia sexual”, volcó sus objetivos cuando él concluyó que “las mujeres deberían dejar de vestirse como putas para evitar violaciones”.

Desde ese 24 de enero, jóvenes de todo el mundo se inconformaron por la percepción que tienen algunos hombres, e incluso personas del sexo femenino, sobre el origen de la violencia contra las mujeres. Por eso, se organizan en diversos grupos para marchar con pantalones ajustados, tacones, escotes o minifaldas, para decir ¡No, significa No!

Indicadores de la Secretaría de Salud federal estiman 120 mil violaciones anuales en el país, lo que significarían 328 violaciones diarias, 13 mexicanas ultrajadas cada hora.

El grupo poblano afirma al respecto que “las mujeres no provocan VIOLENCIA ni la AGRESIÓN por el solo hecho de ser responsables y libres al ejercer su personalidad, ideas y principios”, por lo que rechaza que “se siga perpetuando y naturalizando la idea de que somos (las féminas) culpables del acoso y ataque sexual; rechazamos que el día a día en pleno siglo XXI, continúe siendo un enfrentamiento al salir a las calles para estudiar, trabajar, divertirnos y vivir”.

Ni pasar por una calle oscura, ni usar tanto maquillaje, ni vestir zapatos altos o abiertos, ni usar lociones, ni las sonrisas, tampoco las faldas cortas, nada es justificable a decir de Contingente para que los hombres 1) disfruten piropear a una mujer que no conocen y las traten como pedazos de carne, 2) se imaginen que una chica se alegrará que le recuerden que, conforme a los estándares sociales, su cuerpo no es de su propiedad 3) les guste reforzar el estereotipo que dice que los hombres no pueden controlar su instinto sexual o 4) la encuentren atractiva y la quieren castigar por ser mujer en un espacio público.

El grupo Contingente Puebla quiere ir más allá de la postura en contra; con una manifestación creativa pretende trastocar esa cultura de algunos, que inculpa a las mujeres, las sataniza y no las victimiza.
Hasta ahora el grupo Contingente, con más de  tres mil miembros, se ha manifestado contra las autoridades que “turistean” con recursos públicos. También en apoyo de la legislación para que las estancias infantiles tengan condiciones adecuadas y por la paz.

domingo, 29 de mayo de 2011

Las patronas, guardianas de migrantes

Las Patronas, guardianas de migrantes
Verónica de la Luz
                                                            
Toman el tren pero no para viajar en un vagón de lujo bebiendo el té y compartiendo vivencias como se hacía en el siglo XX, se suben con miedo, con incertidumbre, sin rumbo fijo, retando a la muerte, al hambre, al maltrato; se suben dejando a sus familias preocupadas, emprenden viaje echando todo a la suerte, expulsados de un país que no supo acogerlos, de un país que no les dio empleo, que no les dio esperanza.


Ellos son los migrantes, que salen de México, Guatemala, Belice, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Panamá, de toda Centroamérica y algunos países de Sudamérica, que en su mayoría buscan el camino al sueño americano.

Funcionarios de gobierno de los tres órdenes, ONG´s, empresarios, ciudadanos o maestros, todos han hablado por lo menos una vez de la terrible situación que enfrentan los ilegales al tratar de cruzar el río Bravo, pero pocos son los que dejan las cifras a un lado y actúan para ayudarlos.
 En Veracruz, en el municipio montañoso de Amatlán de los Reyes, en la congregación Guadalupe, hay un grupo de 15 mujeres que un día, sin saberlo, descubrieron que el maltrato, robos, insolación, tristeza y hambre de los migrantes podía mitigarse un poco si compartían un taco, pan o agua  con los ilegales que viajan en tren: “las moscas”.

Desde 1995 la familia Vázquez inició esta labor altruista cuando la señora Leonila salía de la tienda con sus alimentos para el desayuno y vio trepadas a “las moscas”. Ellos le pidieron pan y leche,  ella lo racionó entre los hombres y mujeres repartidos en dos vagones. Le contaron que venían de otros países y que en su andar habían sido robados y maltratados, entonces ella supo el gran recorrido que les quedaba.

Al siguiente día “se hicieron 30 lonches, oímos que venía el tren, salimos a ver y de repente los muchachos de los primeros vagones se quedaron sorprendidos, no sabían qué eran los paquetes, pensaron que los estábamos vacilando. Los muchachos de los otros vagones agarraron los lonchesitos. Platicamos con ellos y vimos que el viaje no era sólo por aventura”, relató la señora Norma Romero Vázquez, al frente de la fundación Las Patronas.

Charló con sus familiares de la situación y comenzaron el reparto de 30 lonches diarios. Fueron insuficientes, pues los migrantes por día eran en promedio 50; algunos días fuertes llegan a los 450, de acuerdo a sus cálculos.
Norma Romero con sus familiares y amigas apoya a los migrantes. Lo hace gustosa, sin embargo reprueba que los gobiernos no puedan generar trabajos dignos para sus pueblos. En especial, reprueba que en México no se den las oportunidades para todos y miles de connacionales dejen a sus familias sin saber siquiera si podrán regresar.
 A lo largo y ancho del país anda este grupo de mujeres vendiendo pulseras, café de Córdoba, hamacas, documentales, collares, dulces, muchas artesanías que ayudarán a dar a tención a los 18 mil migrantes centroamericanos que transitan anualmente por el país (tomando en cuenta la cifra promedio diaria que contabilizan Las Patronas).

Buscan diversas cedes en plazas públicas, universidades y otros edificios en los que les apoyan. En esta ocasión estuvieron en el Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos, que paradójicamente es donde se encuentra exhibido el medio de transporte en el que tan mal les va a los migrantes.

sábado, 14 de mayo de 2011

Fotografía en el Paseo Bravo, un oficio que agoniza

La era digital robó mercado, dice afectado
Verónica de la Luz

Ya son 72 años viendo pasar a la gente, atestiguando cómo caen y renuevan hojas de los árboles, viendo cambios en las calles, nuevas rutas de autobuses, otros modelos de autos, nuevos gobiernos, manifestaciones, modas, generaciones distintas; transcurren los años pero él sigue ahí como la primera vez, esperando con sus caballos de madera, con su cámara y su sensibilidad.

¿Por qué?, no importa. Lo que en verdad cuenta es que un día él decidió frenar el tiempo en un papel para atrapar la sonrisa de los niños, la picardía de una pareja y el humor de una familia.


Es el señor Marcos Torres Miguel, fotógrafo del aquél lugar con magia e historia, pero también con desesperanza de oficios que agonizan como el suyo, el Paseo Nicolás Bravo. Las cámaras digitales o de los celulares ganan terreno a su cámara “5 minutos” que él mismo fabricó.

Lleva mucho tiempo en el oficio pero ya no es negocio, lo era en la década de los cuarentas, cuando las nanas llevaban a pasear a los niños y ahí se encontraban con sus pretendientes. Todo evoluciona a su alrededor menos sus ganancias que en un “buen día” son de 30 pesos; normalmente son cero pesos.

Está preocupado porque las autoridades ya no le dan su despensa. A falta de teléfono en su hogar o de un móvil para contactarlo, no alcanzó el apoyo de 500 pesos que ahora da el gobierno estatal.

Los alimentos mensuales que tenía eran el sustento, pues la fotografía dejó de serlo hace algunos años.

Inició a tomar fotos a los 16 años de edad, cuando la explanada del Paseo Bravo era de tierra. Vio cómo se convirtió en zoológico, cómo después de años le echaron chapopote y la hicieron pavimento.

Recuerda con claridad y un dejo de nostalgia, que al principio eran 17 fotógrafos que con sus caballos atraían a los niños; aunque después llegaron los “instantanieros” (fotógrafos con cámaras instantáneas), los domingos había clientela para todos, eran los mejores días. Ahora quedan sólo cinco que por lo escaso de la clientela van esporádicamente.

Uno de los pasajes que más recuerda don Marcos es que hace 10 años llegó un suizo al Paseo. Sorprendido por su cámara “5 minutos” le pidió permiso para sacar unas fotografías y llevar su historia hasta Europa como parte de una revista (de la que no recuerda el nombre).

En agradecimiento, el suizo le regaló cinco barras de chocolate de su país y algunos cientos de pesos. Quedó de enviarle un ejemplar de la revista pero a falta de teléfono para confirmar la llegada, don Marcos jamás supo si se la enviaron.

Su jornada de trabajo inicia a las 8 horas y concluye a las 16 horas, es de todos los días aunque a veces llega un poco tarde porque visita a las escuelas con la esperanza de que los niños quieran una foto con su par de compañeros: un poni café y un caballo del color de la miel.

“La foto normal cuesta 10 pesos, además hago óvalos, infantiles y familiares más económicas que las de los estudios”, dice promoviendo su negocio, “cuesta 35 la media docena y están casi al momento”.


Para apoyar su casi infructuoso oficio, vende conejos blancos a 30 pesos.

El señor Torres Miguel quiere que la gente regrese a “fotografiarse” al Paseo Bravo. Con sus 88 años a cuestas, su pelo cano y una sonrisa a sus conocidos que lo saludan durante la entrevista, dice a los lectores:
“Que la gente no crea que ya no estamos. Que la gente sepa que existimos aquí en el Paseo Bravo y que sí hacemos ovalitos, infantiles. Que la gente sepa que seguimos haciendo fotos y que son más económicas y de calidad” (sic)
Finalmente confiesa que se cansa mucho de caminar, que sus fuerzas ya no son las de antes. Pide a las autoridades estatales que lo contacten porque se quedó esperando los 500 pesos del apoyo “no a la tercera sino a la cuarta edad”.