domingo, 29 de mayo de 2011

Las patronas, guardianas de migrantes

Las Patronas, guardianas de migrantes
Verónica de la Luz
                                                            
Toman el tren pero no para viajar en un vagón de lujo bebiendo el té y compartiendo vivencias como se hacía en el siglo XX, se suben con miedo, con incertidumbre, sin rumbo fijo, retando a la muerte, al hambre, al maltrato; se suben dejando a sus familias preocupadas, emprenden viaje echando todo a la suerte, expulsados de un país que no supo acogerlos, de un país que no les dio empleo, que no les dio esperanza.


Ellos son los migrantes, que salen de México, Guatemala, Belice, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Panamá, de toda Centroamérica y algunos países de Sudamérica, que en su mayoría buscan el camino al sueño americano.

Funcionarios de gobierno de los tres órdenes, ONG´s, empresarios, ciudadanos o maestros, todos han hablado por lo menos una vez de la terrible situación que enfrentan los ilegales al tratar de cruzar el río Bravo, pero pocos son los que dejan las cifras a un lado y actúan para ayudarlos.
 En Veracruz, en el municipio montañoso de Amatlán de los Reyes, en la congregación Guadalupe, hay un grupo de 15 mujeres que un día, sin saberlo, descubrieron que el maltrato, robos, insolación, tristeza y hambre de los migrantes podía mitigarse un poco si compartían un taco, pan o agua  con los ilegales que viajan en tren: “las moscas”.

Desde 1995 la familia Vázquez inició esta labor altruista cuando la señora Leonila salía de la tienda con sus alimentos para el desayuno y vio trepadas a “las moscas”. Ellos le pidieron pan y leche,  ella lo racionó entre los hombres y mujeres repartidos en dos vagones. Le contaron que venían de otros países y que en su andar habían sido robados y maltratados, entonces ella supo el gran recorrido que les quedaba.

Al siguiente día “se hicieron 30 lonches, oímos que venía el tren, salimos a ver y de repente los muchachos de los primeros vagones se quedaron sorprendidos, no sabían qué eran los paquetes, pensaron que los estábamos vacilando. Los muchachos de los otros vagones agarraron los lonchesitos. Platicamos con ellos y vimos que el viaje no era sólo por aventura”, relató la señora Norma Romero Vázquez, al frente de la fundación Las Patronas.

Charló con sus familiares de la situación y comenzaron el reparto de 30 lonches diarios. Fueron insuficientes, pues los migrantes por día eran en promedio 50; algunos días fuertes llegan a los 450, de acuerdo a sus cálculos.
Norma Romero con sus familiares y amigas apoya a los migrantes. Lo hace gustosa, sin embargo reprueba que los gobiernos no puedan generar trabajos dignos para sus pueblos. En especial, reprueba que en México no se den las oportunidades para todos y miles de connacionales dejen a sus familias sin saber siquiera si podrán regresar.
 A lo largo y ancho del país anda este grupo de mujeres vendiendo pulseras, café de Córdoba, hamacas, documentales, collares, dulces, muchas artesanías que ayudarán a dar a tención a los 18 mil migrantes centroamericanos que transitan anualmente por el país (tomando en cuenta la cifra promedio diaria que contabilizan Las Patronas).

Buscan diversas cedes en plazas públicas, universidades y otros edificios en los que les apoyan. En esta ocasión estuvieron en el Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos, que paradójicamente es donde se encuentra exhibido el medio de transporte en el que tan mal les va a los migrantes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario